Perfección ética y mística

martes, 15 de julio de 2008


En general, un rasgo característico de las comunidades Filosóficas de Tradición antigua es justamente esta: forman una comuna basada en el sistema platónico de las ideas y en lazos interpersonales. Llaman misterios a los conocimientos que les transmite su “guía divina”, negándose a compartirlos con personas de rango social inferior, a las que consideran incapaces de comprender cuestiones divinas y cósmicas. Además, el camino hacia la divinidad es indescriptible; seguirlo requiere esfuerzos mentales y voluntad, fortaleza ética y el deseo del infinito; su término es el silencio, el éxtasis mudo, una contemplación imposible de expresar.
Muchas veces las clases de disciplinas como Matemáticas o Astronomía, servían para preparar la inteligencia para la especulación en niveles epistemológicos más elevados.
En el caso específico de los Platónicos, se distinguían por alcanzar un modelo ético de rectitud, veracidad, dedicación cívica y proezas intelectuales. La Virtud más admirada por sus contemporáneos es su autodominio o Sofrosine, que permeaba tanto su conducta como sus cualidades más íntimas; en algunos casos se manifiesta también como abstinencia sexual, modestia en el vestir y una actitud circunspecta con todos.

Otra característica principal es la práctica del Irenismo, acentuado por sus extraordinarios conocimientos de cuestiones metafísicas, que ayuda a alcanzar la integridad espiritual y religiosa.
El platonismo es por tanto una manera de Ser, una elección, un método, un camino, muchas veces tan ascético cuanto tantos otros, y no debe ser confundido con la religiosidad helénica, puesto que, en la Tradición platónica se reunían personas de distintas culturas y credos. El platónico anhelaba la Apathéia, la serenidad última, la certeza de encontrarse a parte de toda diferencia. Por eso, el platonismo se vinculó fácilmente con otras corrientes filosóficas y también religiones. Se podía encontrar tanto el platónico helénico cuanto cristiano, cuanto de tradición egipcia o teúrgica.
Todos los santos platónicos perseguían la misma meta: el deseo constante (con flexibilidad para todas las diferencias en los métodos epistemológicos), de alcanzar la experiencia religiosa, ideal esencial de la Filosofía.

La Tradición del platonismo tardío enseña a sus alumnos a que consideren la Filosofía como una modalidad de misterio religioso, “la más inefable de las cosas inefables”, y por medio de un enérgico esfuerzo de la inteligencia y el corazón descubren en su fuero interno “el ojo enterrado dentro de nosotros”, este ojo intelectual escondido en lo más profundo de nosotros en espera de ser liberado, hace de cada individuo un portador del mundo trascendental, y lo capacita para romper las cadenas de la materia. La chispa de Sabiduría encendida por el “guía divino” se convierte en una gran llama de conocimiento, concluyendo así el viaje del alma que Plotino denominaba anagoge, la ascensión hacia el cielo, hacia la divinidad. La meta del filosofar se ha alcanzado; el espirito se halla en un estado de revelación, contemplación, theoría.


El Espirito, inclinado hacia la luz, contempla la belleza y la bondad últimas, y no la belleza y la voluntad artificiosas, cambiantes y efímeras que el Ser humano halla en el orden material de la existencia. Pero, alcanzar esa elevación del espirito de acuerdo con las enseñanzas de Platón depende del desarrollo de las potencias cognitivas a lo largo de la vida. La Sabiduría que ordena al Ser humano que reconozca y entienda sólo las cosas divinas y lo empuja a buscar lo indefinible y misterioso también lo eleva por encima de la perfección corporal. La elevación más allá del cuerpo significa que en su búsqueda de Dios queda libre de afectos, vive en armonía consigo mismo, indiferente a lo meramente mundano. Es el camino del máximo esfuerzo cognitivo y perfección ética. La Sabiduría por si sola no es suficiente, esa visión interior, que reconoce la belleza, situada en los límites del conocimiento, es alcanzada si uno mismo es hermoso y perfecto.


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Clavis Magna


Los 3 poderes

"...Amor, Memoria, Mathesis. Estos tres. Y el más grande de todos es el Amor. Por medio de la Mathesis, reducir la infinidad a categorías naturales de sentido y de orden, y crear sellos que son las almas secretas de sus complejidades. Por medio de la Memoria albergar en nuestro interior esos sellos y abrirlos a voluntad, recorrer el mundo de nuestro interior en cualquier dirección, combinar y volver a combinar la materia que la constituye y hacer con ella cosas nuevas nunca vistas hasta entonces. Y por medio del Amor, dirigir el alma hacia los mundos conquistándolos al tiempo que nos sometemos a ellos, ahogarse en la infinitud sin ahogarse:
el Amor necio y astuto, el Amor paciente y obstinado, el Amor dulce y fiero."

Giordano Bruno.

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