Proceso de canonización de Ramon Llull está detenido
martes, 2 de diciembre de 2008
Artículo de El Mundo - Palma, 04/05/2008
"...Eimeric se ha atrevido a tachar de heréticas las obras del teólogo Ramon Llull. Desde hace más de medio siglo, las doctrinas de Llull han sido respetadas por la Iglesia catalana, y el rey ha puesto a trabajar a juristas y pensadores en su defensa, pues se ha tomado el asunto como una ofensa personal por parte del inquisidor...". La cita es de una obra de ficción, pero no por ello es menos cierta. La persecución por parte del fraile dominico Nicolau Eimeric a Ramon Llull es una realidad y hoy, siete siglos más tarde, aún sigue poniendo palos en las ruedas a la canonización del filósofo, lingüista y teólogo mallorquín.
Con su obra La catedral del Mar, Ildefonso Falcones rescató para el gran público una de las figuras más oscuras de la Edad Media. Nicolau Eimeric (1316-1399), inquisidor general de la Corona de Aragón, puso todo su empeño en demostrar que Ramon Llull, nacido 85 años antes, era un hereje. En estos momentos, el proceso para elevar a los altares al gran filósofo mallorquín está atascado en el Vaticano. Y Eimeric tiene mucho que ver con eso.
Los intentos por ratificar el culto a Ramon Llull –todo el mundo le considera beato pero en realidad no lo es– se remontan prácticamente al momento de su muerte en el año 1315. Monarcas como Felipe II así como numerosos obispos y religiosos han hecho a lo largo de la Historia todo lo posible por impulsar el proceso, pero siempre se han topado con el inquisidor.
El último intento es reciente. El obispo de Mallorca Teodor Úbeda (1931-2003) se tomó la beatificación del filósofo y su posterior canonización como una cuestión personal y en diciembre de 1995 nombró al padre Gabriel Ramis postulador de la causa. Es decir, le encargó la labor de conseguir, en primer lugar, la ratificación del culto al beato y, posteriormente, su canonización.
El último intento es reciente. El obispo de Mallorca Teodor Úbeda (1931-2003) se tomó la beatificación del filósofo y su posterior canonización como una cuestión personal y en diciembre de 1995 nombró al padre Gabriel Ramis postulador de la causa. Es decir, le encargó la labor de conseguir, en primer lugar, la ratificación del culto al beato y, posteriormente, su canonización.
El proceso se inició en 1999 con buen pie, pero a día de hoy, nueve años más tarde, sigue paralizado en el Vaticano y nadie sabe a ciencia cierta qué pasará.
"El obispo Teodor tenía mucho interés y empecé a recoger toda la obra editada. Compré todos los volúmenes e hice miles de fotocopias. Al final, llené cinco o seis cajas de cartón, las lacré y me las llevé al Vaticano. La entrega se hizo el 26 de junio de 1999". Gabriel Ramis explica con estas palabras cómo empezó su particular travesía por el desierto para lograr de una vez la ratificación del culto a Ramon Llull, empresa en la que muchos otros fracasaron.
No era la primera vez que se iniciaba desde Mallorca la cruzada para ratificar el culto al beato y lograr su canonización. En el siglo XVII, el obispo Despuig logró que la petición llegara a Roma. La respuesta fue: "Revideantur opera". Es decir, "que se revisen las obras". El motivo no era otro que confirmar o desmentir las tesis de Eimeric, aunque sobre la figura del beato también pesan una bula papal y diversas acusaciones de haber redactado obras de alquimia. Las obras nunca se llegaron a analizar.
"El obispo Teodor tenía mucho interés y empecé a recoger toda la obra editada. Compré todos los volúmenes e hice miles de fotocopias. Al final, llené cinco o seis cajas de cartón, las lacré y me las llevé al Vaticano. La entrega se hizo el 26 de junio de 1999". Gabriel Ramis explica con estas palabras cómo empezó su particular travesía por el desierto para lograr de una vez la ratificación del culto a Ramon Llull, empresa en la que muchos otros fracasaron.
No era la primera vez que se iniciaba desde Mallorca la cruzada para ratificar el culto al beato y lograr su canonización. En el siglo XVII, el obispo Despuig logró que la petición llegara a Roma. La respuesta fue: "Revideantur opera". Es decir, "que se revisen las obras". El motivo no era otro que confirmar o desmentir las tesis de Eimeric, aunque sobre la figura del beato también pesan una bula papal y diversas acusaciones de haber redactado obras de alquimia. Las obras nunca se llegaron a analizar.
Así que cuando Ramis se hizo cargo del proceso, se cuidó mucho de que los paquetes llegaran en buen estado al Vaticano. Y por primera vez en la historia logró superar el primer paso en el camino de la canonización. La respuesta de la Santa Sede fue nombrar a dos censores teólogos, especialistas en la obra de Ramon Llull, para que dictaminaran si el beato era ortodoxo o, por el contrario, no lo era, tal y como se esforzó en demostrar el inquisidor Eimeric. Sin embargo, el optimismo inicial se ha evaporado en el transcurso de los años. En la actualidad, y ya han pasado nueve años, los teólogos censores aún no han dicho ni pío.
Y aunque lo hubieran hecho, el camino de la canonización sería aún largo. Una vez logrado el voto teológico favorable, se debería conseguir el beneplácito de la Congregación de la Doctrina de la Fe y, posteriormente elaborar un informe sobre la vida y las virtudes del beato, con las correspondientes pruebas documentales. Una vez cumplimentados estos trámites, el Vaticano podría ratificar el culto a Ramon Llull como beato. "A partir de entonces, si Dios por intercesión del beato hace un milagro, se podrá iniciar el proceso de la canonización", indica Ramis.
Si se analiza a fondo el caso, llama la atención la rapidez con la que han culminado otros procesos. El postulador es, al respecto, diplomático: "Los censores teólogos designados son profesores universitarios y no se pueden dedicar a la causa a tiempo completo, algo que sí se ha hecho en determinadas ocasiones".
Otro de los problemas reside, según Ramis, en que la figura de Ramon Llull como filósofo y padre de la lengua catalana, totalmente reconocida, se separa de su labor religiosa. "El catolicismo está hoy mal visto y, por lo tanto, se omite sibilinamente la parte religiosa de la obra del beato, que es fundamental", explica el postulador de la causa. "Es una causa desgraciada", concluye.
Ramon Llull abandonó a su familia para dedicarse a la conversión de los infieles. Se retiró a Randa y, años más tarde, viajó a Marruecos, de donde volvió apedreado y medio muerto. Sin embargo, a pesar de todo, la sombra de Eimeric es alargada. Hoy, 700 años más tarde, el inquisidor sigue ganando la batalla al beato.
Y aunque lo hubieran hecho, el camino de la canonización sería aún largo. Una vez logrado el voto teológico favorable, se debería conseguir el beneplácito de la Congregación de la Doctrina de la Fe y, posteriormente elaborar un informe sobre la vida y las virtudes del beato, con las correspondientes pruebas documentales. Una vez cumplimentados estos trámites, el Vaticano podría ratificar el culto a Ramon Llull como beato. "A partir de entonces, si Dios por intercesión del beato hace un milagro, se podrá iniciar el proceso de la canonización", indica Ramis.
Si se analiza a fondo el caso, llama la atención la rapidez con la que han culminado otros procesos. El postulador es, al respecto, diplomático: "Los censores teólogos designados son profesores universitarios y no se pueden dedicar a la causa a tiempo completo, algo que sí se ha hecho en determinadas ocasiones".
Otro de los problemas reside, según Ramis, en que la figura de Ramon Llull como filósofo y padre de la lengua catalana, totalmente reconocida, se separa de su labor religiosa. "El catolicismo está hoy mal visto y, por lo tanto, se omite sibilinamente la parte religiosa de la obra del beato, que es fundamental", explica el postulador de la causa. "Es una causa desgraciada", concluye.
Ramon Llull abandonó a su familia para dedicarse a la conversión de los infieles. Se retiró a Randa y, años más tarde, viajó a Marruecos, de donde volvió apedreado y medio muerto. Sin embargo, a pesar de todo, la sombra de Eimeric es alargada. Hoy, 700 años más tarde, el inquisidor sigue ganando la batalla al beato.
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